Eme The Globetrotter

Diario de Viaje: Capadocia

CAPADOCIA
29-31/07/ 2018

Empezamos la ruta desorientados. Tardamos un poco en encontrar un atajo hasta Göreme a través de un valle marciano, cubierto por chimeneas de hadas talladas por el viento que albergan las cuevas cinceladas por sus primeros habitantes. Siempre creí que esta tierra era yerma, pero para mi sorpresa, el árido sendero que seguimos discurría entre plantaciones de melones amarilos, melocotones y tomates. Al regresar a Ortahisar, donde nos estábamos quedando, los autóctonos, nos dijeron que el pueblo es conocido por ser el principal productor de frutas de Capadocia.

Al llegar al centro de Göreme, comimos pide y meze, y fuimos a tomar té en una terraza con vistas al casco antiguo. Las banderas de Turquía que ondean sobre los picos de las cuevas contrastan con la paleta marrón de las cuevas, al igual que las telas bordadas, la cerámica y las piedras preciosas de las tiendas locales.

Continuamos nuestro camino hacia Kizil Vadasi, el Valle Rojo. Tuvimos que descender por una ladera de arenisca muy empinada. Tomé la iniciativa, y empecé a bajar despacio, arrastrándome sentado…¡hasta que la tierra se desprendió y empecé a rodar! Salí ileso, aunque se me rompieron las calzonas y estaba cubierto de polvo al igual que la cámara. Jana y Robbe bajaron de la misma forma, pero sin comerse el suelo. En el medio de la nada había una chabola donde un señor y su hijo vendían café por un par de liras. Nos tomamos un café y descansamos un poco. Se nos acercaron unas curiosas gallinas sultanas, algunas eran negras con algunas plumas rojas y otras blancas, todas con impresionantes tupés.

Seguimos nuestra ruta y encontramos una iglesia-cueva abandonada. La acústica era increíble, así que sacamos los altavoces, pusimos música y bailamos un poco. Hacía tanto calor fuera que decidimos quedarnos ahí más tiempo. Conversación, muchas risas, e hicimos algunas fotos. Pensamos en acampar ahí mañana. Regresamos al pueblo haciendo autostop.

***

Ayer a las 4:30 en pie para ver el amanecer y el ascenso de los globos en el Valle Rojo. Un espectáculo magnífico: los globos ascendiendo en el horizonte y la tenue luz naranja del sol iluminaba los montículos del valle. El paisaje ha cambiado muy poco en todos estos siglos… Después, reflexionamos sobre las decisiones que nos condujeron hasta aquí, y llegamos a la conclusión de que ninguna decisión es buena o mala porque nos permiten seguir avanzando y descubrir las sorpresas que nos depara el destino; como la de hoy: ¡me he despertado una cueva y he visto los globos desde la cama!

***

Ahora estoy aquí, escribiendo al borde de un precipicio, y contemplo embelesado las oníricas siluetas resplandecientes de Capadocia durante este espectacular ocaso que ha teñido el cielo de un ámbar intenso. Me siento inmensamente feliz e inspirado…

Atardeceres de bronce

Sobre las piedras talladas,

Siluetas escarpadas,

Cal y arena.

Valle del río rojo,

viñedos y pasto dorado.

A lo lejos, el villarejo de Göreme

Y una ondeante bandera.

Galopes, y silencio.

Un pajarillo atrapado canta y escala,

Hasta que se libera.

Ahora sobrevuela este pasado

Estancado en mi presente.

Tumbado en un risco,

Contemplo en silencio

La muerte del día.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *